Una de la labores más complejas en relación con el conocimiento es transmitirlo, un arte que no todxs lxs pensadorxs desarrollan de manera eficaz. Las grandes ideas se vuelven descomunales cuando el formato de construcción es accesible para transformarse en vehículo de información, en el mundo artístico la idea de preparar piezas para un nicho de “entendidxs” es el Cul-de-sac de lxs creadorxs, lxs auténticxs artistas son aquellxs que construyen para un todo, logrando emanciparse del “avant garde” y saltar a las esferas populares sin perder un ápice de convicción. 

Mark Fisher (1968 – 2017) pertenece a esta estirpe, su obra se posiciona en la supuesta informalidad que permite conectarse con cualquier tipo de lector, ya sean pedantes intelectuales o aficionados al cine de superhéroes, sus ideas logran seducir y profundizar en los discursos codificados donde escruta y desencripta. 

Su primera aparición artística fue con el proyecto musical D – Generation junto a S Biddell y L Thompson, quienes fueron muy bien recibidos, una vibra techno freak beat de Manchester que bien pudo sacarse un tiro con Meat Beat Manifesto, el nombre se burla del himno mod de The Who mientras desarticula y disloca sampleos y secuencias, solo lanzaron un EP, Entropy In The UK (1994), el cual fue reseñado por Simon Reynolds, una de las grandes influencias de Fisher que años después se convertirían en grandes amigos. Su mítico blog K-Punk, un espacio que nace a inicios del segundo milenio donde el autor buscaba huir a la formalidad que lo limitaba durante el doctorado que realizó en la Universidad de Warwick, la estricta metodología catedrática lo ahorca y el blog funcionó como tanque de aire, un suspiro digital.  

 

Una de las más recientes entregas de Caja Negra Editora retoma K-Punk, el primero de tres volúmenes que compilan los más significativos e imprescindibles textos que Mark redactó en el legendario blog que inició en los días de Warwick, etapa marcada por la comunidad de colegas catedráticos/radicales que se sintieron oprimidos por los formalismos académicos y pasaron a formar el grupo Cybernetic Culture Research Unit CCRU: Nick Land (padre del Aceleracionismo), Sadie Plant (autora de El gesto más radical y Escrito con drogas), Kodwo Eshun (autor de Más Brillante que el Sol), Steve Goodman (creador del sello Hyperdub y conocido como Kode9), Robin Mackay (autor de Colapso filosófico: investigación y desarrollo), Luciana Parisi (autora de Tecnociencia y Arquitectura contagiosa: secuencia, estética y espacio) y Mark Fisher, quien desarrollo lo que llama “Realismo Capitalista”. Todxs fueron bloggerxs y filósofxs que representan algunas de las investigaciones y teorías más interesantes de la últimas dos décadas donde la distopía más aburrida (la nuestra) se revuelca. 

Fisher realizó grandes textos en el periodismo cultural para las mejores publicaciones británicas; The Wire, Fact y Sight & Sound por mencionar algunas, lo que le permitió desarrollar su estilo semi informal donde aplicó métodos teóricos para desmenuzar discos, películas y libros, sistema que estallaría en K-Punk. El análisis de los síntomas y enfermedades del capitalismo y la cultura bajo estructuras teóricas fuera del canon universitario tomarían con el tiempo una auténtico valor, nivelando la balanza del análisis propositivo fuera del sector académico y posicionándolo en sitios de Internet donde cualquiera podía leer y dejar una opinión, pregunta o comentario.      

Conforme la primera década del dos mil avanza, el mundo de los blogs se transforma con rapidez en un imperio de egoísmo y protagonismo (más o menos como hoy funciona), así que Mark junto a Tariq Goddard crea justo a tiempo la editorial Zer0 Books, espacio donde saldrían sus mejores libros; Los fantasmas de mi vida, Realismo capitalista y Jacksonismo (los tres disponibles en Caja Negra Editora).

El primer tomo de K-Punk nos sitúa en medio de un remolino de análisis que se impactan con Burroughs y Ballard, demostrando que sus profecías no eran tan descabelladas ni alejadas de los futuros más próximos. Al cambiar de hoja, Batman y el sonido Jungle son perforados hasta dar con el contenido neto del discurso absoluto oculto bajo layers de información y estructuras creadas para la distracción, complejos sistemas de seguridad que cambian el código de absorción, Fisher actúa como Keygen  permitiendo acceder a distintos ángulos que permiten puntos de vista y discusiones con espectros más extensos de nuestra enferma y agonizante cultura, así como lo predijo Frederic Jameson en sus obra «Arqueología del Futuro» “El pasado está en todos lados y simultáneamente el sentido histórico se desvanece liberando el síntoma de la incapacidad de presentar algo que no sea una versión recalentada del pasado”.

“¿Sería posible que existiera una pornografía patrocinada por Dior o Chanel, con guión de un Masoch o un Ballard actual, cuyas fantasías fueran escenificadas tan artísticamente como la más glamorosa de las sesiones fotográficas de moda?”   

“Crash y Exhibición de Atrocidades le deben mucho Helmut Newton” menciona Fisher, mientras disecciona la sexualidad, la moral y la censura en tiempos de internet y nos introduce a cuestionamientos que se estrellan con la obra del fotógrafo Steven Meisel, que  parece diseñar imágenes precisas para la obra de Ballard, en especial su trilogía Crash, La Isla de Cemento y Rascacielos, ambos creadores se complementan dando una perfecta premonición del inminente destino humano, donde la carne, la máquina, el semen, la sangre y el aceite de motor se toman juntos en un cocktail. 

“Doscientos años después de Sade, un siglo después de Bataille y Masoch, parece cualquier cosa que públicamente reconozca que el erotismo es inseparable de la violencia y la humillación es más inaceptable que nunca. El problema no es como una sexualidad “sana” puede ser purgada de violencia, sino cómo la violencia inherente a la sexualidad puede ser sublimada”.

El sangrado de realidad o la hemorragia ontológica continúa fluyendo por este imprescindible tomo, hace refrencia a obras del cine de ciencia ficción como eXistenZ y Videodrome -ambas de David Cronenberg- y analiza su valor en la cultura popular como piezas que estimulan las ideas de universos pregrabados, además de inspeccionar con lupa el otro lado de la moneda, por ejemplo Toy Story 3 y su mensaje de voluntariado a la esclavitud, juguetes subordinados y dedicados a sus dueños. Incluso dedica un capítulo a la “La Pasión de Cristo” de Mel Gibson donde debate y retoma distintos puntos que Slavoj Zizek aterriza en su ensayo “La Pasión en la era de la creencia descafeinada” y lo complicado que es reinventar la crucifixión para Hollywood sin poder considerar la obra  de Alfred Jarry . También nos sumergimos en el poderoso ensayo que analiza el filme “Downfall” (2004), donde se presenta a Adolfo Hitler como la primera súper estrella de rock, tomando en cuenta que los Nazis tenían grandes habilidades para la comunicación y que fincaron muchas de las bases vigentes: “La muerte del líder es el rito sacrificial que va a garantizar una horrorosa inmortalidad. Hitler fue la primera figura del siglo XX que pasó de la individualidad histórica a ser un arquetipo-artefacto permanente en el inconsciente mediático. Después de él, Kennedy, Malcom X, King, Morrison, Hendrix y Curtis parecen locales, particulares, mientras que Hitler representa un principio general, el mal moderno en sí mismo”.   

 

Como podrán notar, para este punto Fisher demuestra su entusiasmo por abordar una gran variedad de temas, y la Hauntología, el estudio de lo que se repite sin nunca haber estado presente, no podía quedarse afuera, Fisher te introduce de la mano a este tema para después trasladarse a su libro “Los fantasmas de mi vida”. La colección de textos se detienen en ángulos de extrema importancia individual para ser cuestionados, como sucede en “Precariedad y Paternalismo”.

Mientras avanza la lectura se van afilando los contextos y las opiniones comienzan a posicionarse en terrenos más provocativos, por ejemplo, mi favorito; “Star Wars se vendió desde el comienzo”. Aquí se inicia con la adquisición de Lucasfilm por Disney, y mientras se deslizan las palabras, va apedreando una de las sagas que prostituyó la industria al absorber toda la contracultura de la vieja escuela y transformarla en un nuevo mainstream.

Se trata de un valioso documento que no puede faltar en las colecciones de lxs entusiastas de la arqueología cultural, un libro que abre panoramas y conecta los universos del cine, la música, la política y el internet, la cultura popular se diluye con el subterráneo más profundo.